Aún conservo en las uñas esta sangre que me dejó la carne de un momento empapado de lágrimas y miedo cuando vino a perderse entre mi carne.
Era sólo mi sangre quien llamaba en medio de aquel valle, de aquel bosque, y era sólo mi sangre, eran mis voces las que oían la lluvia sobre el agua.
José María Hinojosa
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