Deja esa canción amorosa, no fluyas en mi corazón veneno,
- soy yo joven, pero juventud no recuerdo,
y si recordara, no remuevo esto,
que yo llegué a odiar y ante ti con mis pies he pisoteado.
Olvida el tiempo cuando lloraba para mirada querida y un suspiro:
esclavo fui entonces - cadenas arrastraba,
para una tuya sonrisa demente yo al mundo
despreciaba mis sentimientos en la cal envolvía!
¡Olvida tú aquellas locuras,
en ese pecho ya amor no ilumina y tú no puedes despertarlo allá,
donde tristeza profunda reina,
donde todo en heridas cubierto y corazón maligno en maldad se desenvuelve!
Tú tienes voz hermosa - joven eres,
¿pero oyes cómo el bosque canta? ¿Oyes cómo los pobres lloran?
¡Para esa voz anhela mi alma, y allí se arrastra el corazón herido,
allí, donde es en sangre hundido!
¡Oh, quita esas palabras veneno!
¡Oye cómo gime bosque y hojarasca,
oye cómo bullen tormentas ancestrales,
cómo ordenan letra tras letra
- cuentos de viejos tiempos y canciones de nuevos pesares!
Emprende y tu canción de esas,
cantame, moza, a pena, canta cómo el hermano al hermano vende,
cómo perecen juventud y fuerza,
cómo llora pobre viuda y cómo sin casa sufren niños péquenos!
¡Canta, o calla, vete!
¡Que mi corazón ya palpita
- volará, volará, en bosques, - vuelve en sí!
Allá, donde tierra gruñe y resuena de gritos temerosos malignos
y canciones de tumba antes de la muerte.
Allá. allá tormenta rompe ramas, y espada en laurel las recoge;
boquiabiertos temerosos barrancos, y chilla en ellos grano de plomo,
y de la muerte la dulce sonrisa esta allá la fría tumba es dulce descanso.
Eh, esas canciones y esa sonrisa ¿qué voz va a gritármelas, las cante?
- ¡Qué sangrienta borrachera yo levante, de la que el amor enmudece, y
entonces solo yo a cantar emprenderé a cuanto amo y a cuanto añoro!.
Hristo Botev